Por Rosa Mª Quero Pérez, Animadora Laudato Si’.
El 17 de enero, como cada año, los feligreses llevan a sus mascotas, normalmente a los templos franciscanos, para que sean bendecidas. La razón por la que se bendice a los animales, este día de San Antonio Abad, es porque a este santo se le atribuye la protección de los animales, lo mismo que a San Francisco de Asís. San Antonio Abad fue uno de los santos fundadores del monaquismo, quien de jovencito leyó el pasaje bíblico del joven rico, el cual, rechazó la petición de Jesús de vender todo y seguirlo, por lo que el joven, que había nacido con abundancia de bienes, en el año 251, decidió dejar sus pertenencias y seguir a Jesús.
Durante su vida en el desierto, San Antonio recibió muchas tentaciones, representadas en forma de animales. Por ello, los pintores lo dibujaban rodeado de ellos y de ahí que las personas tomaran la idea de que él era el protector de los mismos.
¿De dónde proviene esta tradición de bendecir a los animales?
En la Edad Media, el propósito de esta bendición era proteger a los animales que servían de sustento para el hombre y a los que servían para las labores del campo y el transporte. En aquella época era importante la salud de estos animales por el papel que desempeñaban en la sociedad.
El Papa Francisco en su encíclica Laudato Si´, hace un llamado y convoca a la humanidad a reconocer la importancia de cuidar y respetar «la casa común», que se comparte con todos los seres vivos, inspirándose en las enseñanzas de San Francisco de Asís, en las que hizo hincapié, en que la creación incluye más que la humanidad. Siempre llamó a las criaturas sus hermanos y hermanas y trabajó para ampliar aún más la fraternidad, en la que vincula a los hombres y a las criaturas, en la misma relación con Dios.
El mensaje de la encíclica Laudato Si´ que va dirigida a toda persona que habita este planeta, nos invita a reconocer que vivimos en una casa común y por tanto, que tenemos un Padre común.
El mejor resumen de la Encíclica Laudato Si’
En la actualidad, el perfil moderno de esta costumbre, provoca que muchas de las personas que acuden a estos templos dejen de lado las creencias religiosas y florezca en ellos una espiritualidad, donde las mascotas son parte integrante de la familia y en muchos casos, estos animales, llegan al extremo de ser “humanizados”. Recordemos, lo que señala el Catecismo de la Iglesia (Cann 2415-2418) donde Dios confía al Hombre la administración de los animales, reconociendo el amor que se puede sentir hacia ellos, siempre que no se desvié el afecto debido únicamente a los seres humanos, o invertir sumas que deberían remediar la pobreza de los hombres.
Pero esta relación, que nos enseña Laudato Si´, de que todo está conectado y en la que “todos estamos en el mismo barco”, hace que la catolicidad la podamos llevar también al medio físico y podamos usar la cuestión ecológica como un medio de evangelización, donde el ser humano se erija como centro y custodio de la Creación. Respetando siempre el binomio inmanencia /trascendencia. Contemplar un orden natural dado, implica elevar a un Creador, ese orden dado, en donde la Creación no implica un fondo disponible para ser usado, sino para ser cuidado.
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